El Placer de jugar Golf

Existe un instante, mínimo, sutil, casi imperceptible, como un delgado límite que cruzamos y no advertimos concientemente donde nuestro placer comienza a transformarse en sufrimiento. Y aparece el displacer...


Compartir en Facebook
Add to Google
Publicado el 03/04/2013



Me refiero más precisamente a situaciones muy típicas como el cansancio; el clima y la rutina.

Por lo general no nos damos cuenta porque venimos ‘enganchados’ desde los primeros hoyos, con mucha inercia, gozando y deleitándonos segundo a segundo con nuestro apasionante Golf. El tiempo transcurre y comienzan a manifestarse situaciones incómodas que vamos ‘soportando’ estoicamente, como el tremendo calor, un repentino aguacero, el cansancio u otra cosa…

Comencemos por analizar cómo se presentan y de qué forma podríamos retomar la senda del placer.

El primer caso es el del cansancio: Aquí los síntomas son progresivos y no tan claros como los dolores físicos inhabilitantes (los de piernas, espalda, etc.), sino que se manifestarán más disimuladamente por el lado de la pérdida de la concentración.

A partir de un determinado punto –inexplicable en principio- comenzamos a perder la precisión, nuestros movimientos se vuelven más torpes; perdemos distancia en las ejecuciones, etc. Esas son las alarmas más clásicas que deberíamos atender, sobre todo -si además- transitamos por un día de clima adverso (calor agobiante, lluvia, frío) pero esto forma parte del análisis que sigue.

Cuando sintamos cansancio, como primera medida no lo neguemos. Todo buen golfista debería llevar consigo un pequeño ‘set’ de emergencia energética. Compensemos nuestra falta de fuerzas ingiriendo una barra de energía, alguna fruta, bebiendo líquido, trasladándonos más pausadamente; usando uno ó dos palos de más en las ejecuciones; respirando más profunda y lentamente; descansando cada vez que podamos hacerlo (mientras esperamos que los demás ejecuten, etc.). Hidratémonos por más que no sintamos sed.

Hasta podríamos llegar a ceder el paso a la línea que nos sigue… ya que es inocuo para nuestro juego y sin embargo resultará de gran utilidad si logramos más tranquilidad y descanso en algún banco ó zona de espera (por lo general en los Par 3).

b) El clima: Otro de los casos donde difícilmente advertiremos nuestro progresivo cambio de ánimo (del placer al sufrimiento), sino hasta después de sentir que ardemos, tiritamos ó chorreamos y de ser concientes de la sensación de “displacer” que provoca seguir avanzando bajo esas condiciones meteorológicas. A nadie le gusta ir cocinarse bajo el sol, el frío ó la lluvia, pero inexplicablemente hacemos un esfuerzo para seguir jugando-sufriendo hasta terminar…

¿Para qué…? Es la pregunta que me hago y les pido que se hagan, porque ni jugamos por el oro, ni los millones, ni nada que justifique terminar un partido sin disfrutarlo. No tiene sentido seguir si no nos divierte ni da placer lo que hacemos.

Entonces pueden suceder dos cosas (que deberíamos aceptar de buen grado). Dejaremos de jugar, nos iremos a la ducha, retomaremos nuestras energías y descansaremos hasta el otro día…Ó probablemente suspendamos por un tiempo nuestro juego, aguardando que las inclemencias cesen aunque sea momentáneamente; recuperándonos físicamente mientras les damos paso a las líneas que desean continuar con esa inexplicable conquista personal.

El último caso de ‘displacer’ a analizar es el de la rutina.

Este probablemente sea el más importante. Porque en términos generales, uno termina desarrollando algunas actividades (sobre todo las físicas) con cierto automatismo. Lo malo de ello es que corremos el riesgo de no pensar en lo que estamos haciendo. Ergo, lo hacemos como si se tratase de un trámite, una simple gestión y listo, que salga lo que salga…

¿Nunca les llamó la atención que los jugadores ‘invitados’ a su Club terminan haciendo mejor score que los propios socios? Analicen esto con más detenimiento…

Normalmente esto se da, porque en más de un 90% de los casos (por Ej.) siempre jugamos en el mismo campo de Golf, a la misma hora, los mismos hoyos, con los mismos compañeros… En fin, todo parece acomodarse a una Rutina Mayúscula, donde casi podríamos adivinar con mucha certeza qué pasará luego de tal ó cual suceso.

Ya casi ni nos sorprenden los trazados de los hoyos más difíciles (porque los conocemos como la palma de nuestras manos). Intuimos como videntes que nuestro drive recorrerá tantos metros, que el segundo tiro será igualmente predecible, que dentro de otro golpe más deberemos evitar aquella banca ó la barranca que terminará con nuestra pelota en el agua. Ya sabemos todo y nos ponemos en automático.

No digo que este tipo de prácticas sean negativas ó desagradables, pues yo mismo formo parte de una gran rutina que repito cada fin de semana con mis amigos y sobre el mismo pasto. Lo que advierto es otra cosa, que si uno no es mínimamente conciente de este ‘efecto’, podría correr el riesgo de ingresar en un estado de Apatía, Aburrimiento, indulgencia para con uno mismo y con ello, perder (además de la sorpresa que nos depara cada recorrido) la estrategia de juego que deberíamos administrar en cada hoyo. Es como jugar sin compromiso, y eso, es como jugar sin ganas.

Y aunque no parezca así, este efecto ‘rutina’ también genera una sensación de displacer en nuestro Golf. ¿Pero cómo se combate…?

Deteniéndonos. Hay que hacer un oportuno e inteligente STOP.

¿Para qué?

Para cambiar la rutina. Para renovar nuestro interés con el juego. Para jugar como si fuésemos invitados que no conocen el trazado y piensan más que los socios, ó más aún, propónganse ir tres ó cuatro veces al año -solos ó con amigos- a visitar y jugar otros campos de Golf, con hoyos, distancias, árboles, pasto, arenas y todo distinto a lo que ya sabríamos recorrer hasta de noche y con los ojos cerrados en nuestra propia cancha.

Cuando alternemos 2 ó 3 canchas distintas por año (tampoco hace falta convertirse en nómada ó errante vagabundo), veremos que cambiará nuestro análisis -y por lógica- comenzaremos a disfrutar con mayor placer a ‘nuestra’ querida y rutinaria cancha, con otra visión, con más perspectivas que las que teníamos hasta ahora.

Mi sensación es que este ejercicio nos hará crecer un poco y adquirir también más experiencia en el manejo y administración de nuestro juego, enfrentando otros desafíos de distancias, precisiones en el green, timming y demás sensaciones que sentiremos más placenteramente.

Cuando juguemos nuestros próximos 18 hoyos este nuevo fin de semana, que se parecerá mucho a los últimos 60 fines de semana anteriores, detengámonos a pensar en esto: “En qué preciso momento nuestra ansiedad y placer por jugar fue cambiando para transformarse en otra cosa. Por qué estamos pensando más en terminar este partido malo que en comenzar con otra vuelta…”

Hasta la próxima.

Marcelo H. Barba

Fuente: www.smartgolf.com.ar
Compartir en Facebook

Ranking

Notas más leidasNotas más comentadas

Inicio | La Cancha | Ubicación | Torneos | Noticias | Galerías | Contacto

© 2011 San Miguel Golf Club - Todos los derechos reservados
Ruta Nac. 36 Km 759 y hacia el oeste 5 kilómetros - A 40 minutos de la Ciudad de Córdoba
Villa San Miguel - Calamuchita - Córdoba - Argentina
Tel (03547) 492772 - 497276 - 492717
Sitio Web Desarrollado por Eventa Golf